Google Glass y el espionaje corporativo

Mucho y muy largo se ha hablado y se hablará de las posibilidades que los nuevos wearables traen consigo. El ejemplo más claro es el largo debate abierto alrededor de Google Glass. Un debate que se entiende realmente muy justificado ya que las lagunas sobre la futura seguridad de estos dispositivos son muchas y muy serias.

Debe quedar claro en primer lugar que cuando hablamos de este dispositivo hablamos también el general de todos los de función similar, simplemente el aparato de Google está tomando esa notoriedad que le asocia de manera inmediata a un dispositivo por encima de la definición de éste (recordemos no todos los pañuelos de papel son kleenex pero kleenex son los pañuelos de papel más conocidos)

Brian Ho

Especulemos

Hasta ahora cuando hemos hablado de este dispositivo de Google realmente lo hemos hecho con cierta distancia, y escuchando por ejemplo las quejas que la industria cinematográfica emitía, esto ya nos debía  hacer recapacitar; por muy gruñona que la industria audiovisual resulte ser, lo cierto es que en este caso parte de razón sería nos falta, ya que estaríamos ante un dispositivo tremendamente básico que permitiría la piratería de pantalla prácticamente sin despeinarse al infractor.

Así que extrapolamos; en muchos ámbitos se está planteando la prohibición de estos dispositivos dentro del entorno corporativo. La justificación es que se trata de una herramienta a un por calibrar en cuanto a seguridad, y que de entrada aparece el paradigma del instrumento que se puede emplear en el espionaje corporativo, sencilla de utilizar, con capacidad de almacenamiento, capacidad visual y de grabado… en definitiva una especie de joya para los espías de las películas de los años 70 del pasado siglo.

¿Estamos exagerando? Puede que un poco si. Hoy en día la gran mayoría de dispositivos móviles tienen prácticamente las mismas capacidades o superiores a las que Google Glass presenta, no existe ningún smartphone que no sea capaz de fotografiar con detalles asombrosos, de almacenar cantidades ingentes de información, de grabar videos de alta calidad, y sin embargo nadie presupone que haya que prohibir el uso de estos dispositivos en los entornos laborales.

¿Es riesgo o no?

Sí, es evidente que se trata de un dispositivo que si se desea se puede emplear para el espionaje corporativo. Sin embargo, si profundizamos un poquito, veremos que por lo menos en el punto de desarrollo en el que parece que se encuentra el producto, no tiene por qué representar una amenaza superior a la que ya representan otros dispositivos como hemos visto.

Sin embargo, hay un punto débil al que se le está prestando menos atención; la vulnerabilidad al control externo del uso del dispositivo. A principios de este mismo año en Estados Unidos dos estudiantes de investigación fueron capaces de realizar un simulacro de ataque de prueba a través de la aplicación encubierta que les permitía no sólo espiar la actividad de un usuario, sino llegar a cotas como identificar su ubicación, la empresa proveedora de servicio, y las contraseñas, así como tomar fotos y vídeos. Es decir un control remoto precario pero control remoto de un dispositivo a fin de cuentas .

Pero, efectivamente, incluso en este extremo hay matices. En primer lugar no se trata de un control remoto involuntario, es decir, necesariamente hubo que introducir un virus a través de una aplicación resorte, como en cualquier infección en nuestros dispositivos móviles u ordenadores, por lo tanto no hay una gran diferencia con respecto al control remoto en el resto de dispositivos, ni tampoco siquiera en la utilidad de ese control remoto más allá de la toma de esas imágenes que, obviamente, sin el consentimiento de qué importa el dispositivo no tienen en absoluto porque ser relevantes.

La privacidad

Este sí puede llegar a ser otro cantar. Realmente se trata de un dispositivo muy discreto desde el punto de vista de la grabación, nada que ver con una grabación o una secuencia de fotografías a través de un dispositivo móvil que hay que preparar y manipular a tal efecto de manera más ostensible.

Esta capacidad inmediata y rápida desgravación tanto de voz como de imágenes puede alterar significativamente el concepto de privacidad en determinados entornos, y sin duda, aunque es un tema del que se está hablando en menor medida, probablemente acabe siendo una de las cuestiones relevantes en el uso legal o ilegal de este tipo de dispositivos.

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