La Ley de Apoyo a los Emprendedores ha vuelto a poner sobre la mesa la posibilidad de aplicar el criterio de caja en el pago del IVA frente al actual criterio de devengo. Hablando en Román paladino, lo que quiere decir es que se podrá abonar el IVA de una factura cuando se cobre y no cuando se emita.
La medida comenzará a aplicarse en enero de 2014 y explica el informe presentado por el Gobierno permitirá a los emprendedores eludir el pago del IVA repercutido hasta el cobro total o parcial de la factura aparejada. Quienes opten por utilizar el criterio de caja en el IVA deberán también aplicarlo a sus propias facturas. Es decir, que tampoco podrán deducir el IVA soportado hasta que paguen a sus propios proveedores.
Se trata de una medida a priori positiva pero que sin embargo esconce una trampa, ya que a final de año habrá que ponerse al día en el pago del IVA.
Lo que toca ahora a los 1,3 millones de autónomos que se verán afectados es si entran o no en este régimen especial de IVA o si, por el contrario, se mantienen en el anterior. Conviene recordar que bajo el criterio de devengo el IVA computa a efectos de la declaración trimestral en el momento en que se emite la factura, independientemente de si se ha cobrado o no. Del mismo modo, también se podrá deducir el IVA soportado tanto si se ha pagado como si no la correspondiente factura.
¿Con cuál me quedo?
En el entorno actual donde los impagos están a la orden del día lo cierto es que el IVA en caja parece el criterio más recomendable al que acogerse. Y es que el problema de la mayoría de emprendedores es que ellos hacen frente religiosamente a sus obligaciones de pago pero después deben adelantar el dinero de facturas que en ocasiones terminan como impagadas.
La medida sirve también para limitar los efectos de los cada vez más habituales pagos a dos y hasta tres meses vista cuando se producía un cambio de trimestre y había que hacer frente a la liquidación trimestral del IVA.
Sin embargo no todo es positivo, ya que como explican desde Impuestosrenta se multiplicarán los problemas para aquellos emprendedores con varios clientes y que deberán dedicar recursos adicionales a controlar cuando se cobran las facturas para proceder a su posterior ingreso de IVA en la liquidación trimestral.
Y es que a fin de cuentas casi todas las mejoras conllevan un pequeño esfuerzo adicional. Aquí depende de cada empresa el valorar si ese aumento de la liquidez disponible merece la pena ese sobrecoste de gestión.