Ahora que está tan de moda hablar de responsabilidad social corporativa en las empresas y de lo importante que es velar por el medio ambiente (que lo es) resulta que las las pyme no ahorran todo lo que debieran/podrían en materia energética. Al menos esto es lo que se desprende de un estudio publicado hace unos meses por Unión Fenosa. El texto estima que el conjunto de las pequeñas y medianas empresas españolas puede ahorrarse hasta 1.420 millones de euros en su factura energética. Traducido a cada caso concreto, equivale a cerca del 18,3 por ciento de su consumo.
Para situarnos, ese ahorro potencial alcanza los 18.737 GWb, es decir, cerca de la demanda conjunta de los hogares de Madrid, Galicia e Islas Baleares en un año. De lograrlo, se evitaría la emisión a la atmósfera de 9,5 millones de toneladas de CO2, lo que equivale a los más de 90 millones de desplazamientos en automóvil que se producen cualquier verano.
Y todo eso pese a que que en el último año las pyme han mejorado en un 1,5 por ciento su eficiencia energética, lo que equivale a un consumo de 1.536 GWb y traducido a euros 150 millones. Por comunidades autónomas, prácticamente todas han mejorado su eficiencia energética (utilizan mejor sus recursos) excepto las empresas de extremeñas, que mantienen los niveles de 2006 y las de Aragón y Cataluña, que gastan más.
En la base del problema se encuentra el desconocimiento de muchos empresarios sobre cómo limitar su consumo energético fuera de medidas tradicionales como apagar los equipos o el sistema eléctrico. Además, no siempre es fácil identificar las ayudas gubernamentales en el apartado energético. Tanto las comunidades autónomas como el gobierno central las ofrecen y muchas veces por duplicado, lo que dificulta saber a cuáles puede optar la pyme.
Otro de los problemas radica en que todavía no existe en España una cultura demasiado arraigada en lo que a ciudado medioambiental se refiere y muchos empresarios siguen sin ser conscientes de que la energía, además de un bien escaso, es un bien caro en nuestro país. Por eso, siguen considerando la factura energética como un área donde el ahorro que se puede realizar no es significativo (especialmente en el sector servicios).
También es justo recalcar que las pyme más pequeñas son las que más se esfuerzan por mejorar su eficiencia frente a otras grandes compañías que aseguran estar concienciados al respecto pero luego apenas sí toman medidas para remediar su despilfarro energético. Y es que en su caso si disponen de medios para instalar herramientas domóticas que permitan el control, por ejemplo de la electricidad en sus fábricas y oficinas. En este sentido, otro estudio llevado a cabo por Hill & Knowlton a responsables de compañías estadounidenses, chinas, británicas y canadienses con beneficios superiores a más de 100 millones de dólares, demuestra que el 65% no tiene definida ninguna política de ahorro energético pese a que un 82% de sus directivos asegura estar más que concienciado por el calentamiento global. Es más, pese a sus ilimitados recursos y el ahorro económico que podría suponerles, tampoco disponen de personal específico en esta área. Y es que muchas veces no hay nada como ser ‘pequeño’ para valorar cada euro que es necesario invertir, así como la gente y el entorno que nos rodea.