Hace aproximadamente nueve meses el Gobierno aprobaba un polémico cambio en el reglamento de los tickets restaurante limitando su uso y poniendo en pie de guerra a todo el sector empresarial, donde el uso de esta herramienta como fórmula de pago en especies está más que extendida. En concreto, prohibía la acumulación de estos queques así como su uso fuera del horario de oficina, aunque aumentaba su cuantía máxima hasta los nueve euros diarios. Pese a las voces alarmistas, lo cierto es que los cheques comida se han seguido utilizando de forma prácticamente idéntica a como venía haciéndose antes del reglamente. Todo ello aunque estén numerados y en teoría las empresas controlen su emisión porque son intransferibles.
Alternativas como las tarjetas de crédito se han extendido entre las pyme, aunque la realidad es que los vales comida siguen siendo la principal fórmula que las empresas utilizan para alimentar a sus empleados, además del método de retribución alternativo más común. La aplicación del nuevo IRPF ha servido para volver a sembrar dudas acerca de su uso y especialmente sobre quien recae su mala utilización. Según publica Cinco Días, la Dirección General de Tributos los actuales cheques cumplen a rajatabla con la legalidad en lo que al IRPF se refiere y son los propios empleados quienes deben responsabilizarse de su correcta utilización. La empresa sólo debe asegurarse de que sus vales cumplen con la normativa, es decir, que están numerados y son, en teoría, intransferibles, aunque sí puede ser responsable si se acredita que no cuenta con métodos de control sobre los ticket que emite.
Lo cierto es que la ‘nueva’ ley, surgida para evitar subidas encubiertas en los sueldos de los trabajadores a través de los cheques comida (no tributan a Hacienda) no está funcionando como el Gobierno preveía. Al elevar el importe máximo diario los trabajadores disponen de más dinero ‘legal’ para ‘defraudar’ al fisco, que estaría dejando de ingresar cerca de 1.800 euros por trabajador tras el cambio legislativo. El problema con el que se encuentra Hacienda es cómo controlar el uso fraudulento de los cheques, ya que si bien es la propia empresa quien debe responsabilizarse de su emisión, muy pocas cuentan con herramientas de control efectivas. La tercera parte implicada son los restaurantes, que casi siempre actúan como ‘cómplices’ de los empleados aceptando varios cheques juntos por importes superiores a los nueve euros y fuera del horario de oficina.
Desde las empresas emisoras de tarjetas de pago se propone generalizar el dinero de plástico como alternativa, algo que el sector restaurador tampoco termina de ver claro. De momento, lo único seguro es que Hacienda va a endurecer el control de esta herramienta de pago para que la temida reforma llevada a cabo en abril ente por fin en ‘vigor’.
Si no son los cheques de comida sera otra cosa. Las trampas estan en todas partes