Cuando una firma que comercializa dispositivos móviles de comunicación se jacta de haber colocado en el primer trimestre a nivel internacional 6.5 millones de unidades, se podría extraer una lectura positiva sobre el negocio de dicha empresa, que, con esos números poseería un 2% del pastel mundial de la comercialización de móviles. Sin embargo, si esta empresa es Motorola, la cosa cambia de manera radical. No sólo porque se omiten datos como las pérdidas cercanas a los 200 millones de dólares en el mismo trimestre, o, las pérdidas que ya superan los 1.000 millones de dolares desde que Google se hiciera cargo de la marca, también porque estamos hablando de quién fuera el principal dominador del mercado hace tan solo unos pocos años. Todo esto hace que nos preguntemos por los motivos que han llevado a Motorola de una posición dominante a otra donde comienza a ser una presencia poco relevante.
La situación dista desde luego mucho de ser positiva. Aun sin cumplirse dos años desde la adquisición de la firma por parte de Google, el acuerdo de venta con el fabricante Lenovo está cerrado, y, en proceso de revisión por parte de las autoridades reguladoras, aunque en cualquier caso la resolución será antes del fin del presente en esto otoño.
Esto vuelve a arrojar una sombra de duda sobre el futuro de la firma; Lenovo podrá realmente tomar el camino que quiera con la marca, y, lo primero que parece que peligra sin ninguna duda son los 2000 puestos de trabajo que la marca aún mantenía en Chicago.
Del todo a la nada
Hoy en día desde luego podemos hablar de paradigma del auge y caída de una gran empresa visualizado en Motorola. Tal vez las generaciones más jóvenes no reconocer bien la importancia que la firma posee, pero estamos hablando de una empresa que hace 20 años era la dominadora mundial en el ámbito de las comunicaciones móviles, una de las principales empresas de Estados Unidos, y además una de las que poseía una visión de la gestión empresarial más avanzada.
Debemos recordar en este sentido que fue Motorola quien abrió el camino de la inversión en China mucho antes que la gran mayoría de las empresas multinacionales, así como inauguró el camino de los procesos de la mejora de calidad a través del desarrollo de Six Sigma, lo que supuso en su momento un hito verdaderamente revolucionario.
Cuando se analiza desde fuera el auge y caída de esta firma no podemos menos que retroceder en la historia ya que es donde vamos a encontrar buena parte de las pistas que nos marcan los motivos de la caída.
La marca, constituida en el año 1928 y cuyo primer gran hito fue la comercialización de la primera radio de coche del mercado (desde el punto de vista del usuario medio) fue acumulando a lo largo de la historia una cultura empresarial muy potente basada en dos conceptos radicales; por un lado una fe aprueba de bombas en el emprendimiento desde el punto de vista de la invención, apostando por la innovación tecnológica en la que obtuvieron muchos fracasos es cierto, pero también enormes éxitos, y, la segunda, una política de respeto interno entre personal como pocas hemos conocido en las grandes multinacionales.
La empresa se convierte en uno de los estandartes de la electrónica de consumo, aunque, realmente el potencial de crecimiento se escondía en las tecnologías y dispositivos que se vendían a otras empresas; los sistemas de radios de microondas para comunicaciones destinados a la seguridad e implementado ya desde la Segunda Guerra Mundial es un ejemplo de todo esto.
La llegada del móvil
Obviamente de todos los inventos que Motorola acumula a lo largo de su historia ninguno ha resultado tan transformador como el teléfono móvil. Creado a partir de la demanda del jefe de policía de Chicago a comienzos de los años 60 del pasado siglo, en principio se pretendía generar un dispositivo orientado al uso para la seguridad ciudadana, al conectar a los agentes de policía de manera inmediata entre sí.
La comercialidad del asunto no se le escapa a Motorola, acostumbrada a esa política fanática de emprendimiento, con lo cual comienza un período de efervescencia e investigación que culmina en el año 1984 cuando el mítico modelo Dinatac de la marca ya está listo para comercializarse, a partir de este momento comienza la historia de la telefonía móvil.
El éxito fue tan brutal que la marca creció de manera exponencial en los siguientes años, no sólo alcanzó el estatus de dominador del mercado, algo previsible en principio, sino también una proyección a futuro espectacular… que no llegó a cumplirse.
Las claves del fin
En este punto se pueden hacer cientos de análisis diferentes, se puede hablar de la aparición de la competencia y de modelos más reducidos de coste aplicados a la fabricación, todas estas explicaciones tienen desde luego su importancia, sin embargo hoy en día hay una cuestión que se da por aceptada; Motorola muere de éxito por la aniquilación de su modelo de cultura de empresa.
Lo que había sido un bloque tradicional orientado a la innovación como concepto global, comienza tras el éxito de la telefonía móvil a separarse en divisiones y empresas. Para 1994, cuando aún que los números parecen positivos la presencia de Nokia comienza a ser amenazante, Motorola se desangra entre 60 empresas cada una con sus guerras particulares, donde comienzan las rencillas personales, las guerras internas y todo un panorama desconocido hasta entonces.
Esto unido a la apuesta por Iridium, el sistema de comunicaciones satelital con el que se venía trabajando desde 1989 que se invirtieron miles de millones de dólares, y que a la postre resultó un fracaso y se declaró en bancarrota en 1999, comienza a dar la puntilla económica a una empresa que empieza a mostrarse más como un dinosaurio con poca movilidad que aquella dinámica y creativa empresa de hacía tan sólo 20 años.
El resto es historia; una pérdida constante de cuota de mercado en el segmento de los móviles, la reagrupación de las áreas y el cierre y venta de algunas divisiones, hasta la llegada de Google y los posteriores movimientos que han acabado convirtiendo en prácticamente insignificante dentro del reparto del pastel de la telefonía a quien fuera su lanzador. Sin duda un ejemplo sobre cómo las modificaciones de las culturas empresariales a partir del éxito pueden ser tremendamente perjudiciales.