Cuando se habla de ser empresario la mayoría de personas piensan en el hecho de crear una empresa y hacerla crecer desde la nada. Sin embargo, existen otras alternativas como entrar a formar parte de una compañía existente como socio e incluso comprar una empresa. Si estás pensando en esto último, te damos las claves para que puedas valorar su salud financiera.
Comprar una empresa puede ser una forma más que válida para emprender o, si ya cuentas con tu propio negocio, de hacerlo crecer. Como es lógico, el primer paso en este camino consiste indagar acerca de la compañía en sí misma. Esto te dará una primera visión sobre su situación dentro del mercado, qué piensan los clientes, cómo está posicionada y una primera estimación de si el negocio merece o no la pena. Sin embargo, más tempranoq ue tarde habrá un momento en el que necesites tener cifras para conocer su salud financiera y para eso deberás hablar con la compañía y rebuscar entre su balance financiero.
Entre las cuestiones que no deberías dejar de preguntar y repasar figuran los inventarios y más concretamente su hay un exceso o un defecto de inventario. Esta parte es clave en los negocios enfocados en la venta de producto en lugar de servicios. Los empresarios novatos que emprenden por primera vez suelen dejarse seducir fácilmente por el inventario, pero éste también puede ser una trampa. Demasiado inventario nunca es bueno. Por un lado puede que esté obsoleto o que vaya a estarlo en un corto periodo de tiempo, además supone un gasto adicional en términos de almacenamiento. Pero lo más importante es que puede ser un indicio de que hay mucho cliente insatisfecho en lugar de que la demanda es alta.
Es imprescindible determinar en qué situación real se encuentra la compañía y su inventario e incluso acordar con ella una reducción de stock para el momento de la venta. Si no lo consiguen, es que quizás el negocio no sea tan bueno. En cualquier caso, es una buena idea añadir una cláusula en el acuerdo de compra que especifique que sólo se adquirirá el inventario disponible en el momento de la firma, no el excedente que se vaya generando.
Otro elemento a tener en cuenta son los saldos sin cobrar. La tasa de morosidad es clave para una empresa. Si vende pero no cobra, tardará poco en cerrar y saber si hay incobrados y si es algo recurrente puede ayudar a ver la salud del ecosistema de negocio de la empresa. Después habrá que fijarse ya en los ingresos netos, que te proveerán una visión sobre la rentabilidad. Examina el radio de beneficio bruto sobre las ventas para saber si el margen de beneficio está en línea con el del resto de compañías del sector. Del mismo modo, el ratio de beneficio neto y patrimonio neto, incremento de los costes de intereses y el precio de compra te darán una idea del beneficio que puedes esperar de los activos que compras. Si no lo ves claro, busca un experto en contabilidad que te ayude con la tarea, pero no lo dejes al azar ni a tu interpretación si no estás seguro de entender los balances financieros de la empresa.
No te olvides del capital circulante, que es aquella parte del activo corriente que es financiado por el pasivo no corriente. Un capital ciculante demasiado corto hará que el negocio se vaya a pique a las primeras de cambio.
Examina también la actividad de ventas y al hacerlo piensa que estas casi siempre suelen parecer mayores de lo que son en realidad. Por eso debes aprender a leer entre líneas para saber si el ratio de crecimiento es debido a un incremento de las ventas o sólo del precio. Repasa la situación de la compañía y de su mercado, si este está maduro y se compite en base a precio casi exclusivamente o si hay otras formas de llegar al cliente.
Analiza los activos inmobilizados. ¿Cuál ha sido la inversión en bienes de equipo y plantas de producción? Ha sido la adecuada o excesiva. Si el caso es este último, averigua por qué y también el uso que se hace de esos equipos ¿Se trabaja al 100%? ¿Hay material sin usa? Si es así, puede que las ventes se hayan frenado.
Por último, párate a pensar en el entorno operativo de la compañía y su cultura corporativa. Investiga los mercados en los que vende y cuál es su situación económica para tratar de predecir qué sucederá con la demanda.
Y por su puesto, no te olvides de cuestiones más intengaibles como el valor de marca o el valor del equipo de trabajo que hay detrás de la compañía. Seguramente el dueño de la empresa los utilice para inflar el precio. Debes valorarlos en su justa medida, pero sin perder nunca de vista lo fundamental, lo que los números dicen de la compañía, porque estos no suelen mentir.
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