A muchos empresarios les cuesta desconectar del trabajo. Y es que uno de los males del emprendedor en general es pensar que la compañía no podrá sobrevivir sin él. Nada más lejos de la realidad.
Lo cierto es que la capacidad de adaptación de las empresas es enorme y que salvo contadas excepciones, la mayoría de empleados y jefes se pueden reemplazar con mayor o menor coste. De hecho, una de las mejores cosas que puedes hacer como empresario es preparar a tu empresa para trabajar sin ti, para que siga operando en tu ausencia.
Estas son las claves para lograrlo y poder desaparecer de la oficina.
Crea tu equipo de trabajo
Si no confías en quien debe cubrir tus funciones en tu ausencia difícilmente podrás desconectar del trabajo o dejar la empresa. De hecho, si no lo haces es muy posible que tu compañía nunca llegue a despegar del todo porque hoy en día es imposible que una sola persona controle todo lo que ocurre en una corporación sin delegar.
Una de las principales tareas al poner en marcha un negocio y hacerlo crecer es contar con un gran equipo humano que se complemente. Además, debes buscar personas capaces de tomar el mando en determinados momentos para poder así dedicarte a otras tareas cuando sea necesario y hacer crecer el negocio en otras direcciones. Si no, la empresa correrá el riesgo de estancarse.
Contrata en función del talento y el potencial
Esta no es sino una consecuencia del primer punto. Si contratas siempre al mejor talento, dando incluso participación en la empresa y otros beneficios te estarás asegurando un equipo de calidad y muy comprometido con la empresa que te ayudarán a crear una dinámica de trabajo positiva, incluso sin que tú estés presente.
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Establece tiempos de entrega
Uno de los problemas más habituales es que conforme va creciendo la empresa cada vez se hace más difícil controlarlo todo y jugar a ser el canguro de los empleados es algo pernicioso para el empresario y la empresa. Sin embargo, es necesario asegurarse de que el tabajo sale adelante. Una buena herramienta para hacer es establecer hojas de ruta generales con un tiempo estimado para la ejecución de cada tarea -lo ideal es que no sea muy ajustado-.
Gracias a este sistema, es fácil asignar tareas y saber si se van cumpliendo y cuáles son los plazos de entrega. Además, también es una buena fórmula para asegurarse de que todo el mundo en la empresa trabaja sobre unos mismos parámetros de productividad o que por lo menos tienen claro cuáles debe ser.
Cuenta con un protocolo de actuación claro
Un buen protocolo de actuación permite tener claro de qué forma actuar ante determinadas situaciones y es una buena herramienta para asegurarte de que se seguirán las acciones que tú y tu equipo habéis establecido para emergencias.
Puede que crear este protocolo lleve su tiempo, pero también te permitirá pensar en las necesidades de la empresa y del cliente mientras lo haces. Estos protocolos sirven para tener la seguridad de que hay una línea de actuación unitaria dentro de la compañía.
Entrena a tus empleados
Deja que tus empleados se acostumbren a trabajar con libertad de actuación y así será más fácil que no noten el cambio si no estás. Al principio puede ser complicado para ambos, pero establecer una política que ceda autonomía a los trabajadores es la mejor forma de asegurarte de que llevarán a cabo su labor y que además estarán más motivados al hacerlo.
Establece un responsable por cada área
Esto es algo básico pero que muchas empresas no hacen en sus inicios y después cuesta implementar. Es importante porque de esta forma, cuando el patrón falte no habrá ningún área que quede desatendida.
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