Mejorar la productividad es uno de esos temas que trae de cabeza a los directivos de cualquier pyme. Lógicamente en la mejora de la productividad está reposando buena parte del futuro éxito de la empresa. Vamos a repasar algunos consejos orientados precisamente a cómo trabajar mejor y producir más, algo que probablemente toda pequeña y mediana empresa firmaría ahora mismo.
Esta búsqueda de mejora a veces se torna demasiado previsible, recurre incluso a tópicos algunos de ellos ya desfasados o puede llegar a ideas estrafalarias o métodos coercitivos para aumentar la producción (que no necesariamente la productividad), y, no se realiza de manera medida, estudiada y planificada.
Este decálogo, dirigido tanto a trabajadores como empresarios, pretende aportar ideas para la mejora de los sistema de trabajo y la evolución hacia una mejora de la productividad y la calidad, mezclando, como veremos, cuestiones como la lucha contra el estrés, las estrategias motivadoras o los mecanismos de mejora del rendimiento.
El decálogo
Dirigir por objetivos: Se propone activar la recompensa y el reconocimiento por los resultados: establecer resultados que permitan generar beneficios a las personas más eficaces, beneficios que nos son compartidos por los menos eficaces.
Promover el talento: Resulta interesante el concepto de promover el talento internamente en las empresas y no reducirlo en exclusiva a la búsqueda de talento en los procesos de selección. Procurar mantener el talento tiene que ver, entre otras cosas, con evitar el descontento que reduce el aprovechamiento de las cualidades y puede propiciar la marcha de la empresa del trabajador.
Motivar a los trabajadores: No es una novedad pero hay que tener este punto muy presente. Las empresas punteras hace tiempo que aplican estrategias motivadoras que tienen que ver con cuestiones como la conciliación laboral, el aumento de los ámbitos de decisión y responsabilidad y los entornos laborales amables.
Pensar en positivo: En este punto el decálogo incide en los beneficios motivadores que la normalización de los horarios españoles y su equiparación a los de la UE pueden aportar sobre la mejora del sistema productivo y la competitividad.
Adaptarse a la realidad: Los directivos y mandos intermedios de las empresas deben ser capaces de transmitir directrices claras y, sobre todo, situadas en relación a las condiciones reales de negocio que permitan no solo un trabajo bien dirigido, también una adaptación a la realidad de los mercados y el propio entorno económico actual.
Trabajar en equipo: Remarcar la importancia del grupo como fuente de fuerza en la mejora de la productividad y el avance de la empresa.
Ir tarea por tarea: Resulta básica la racionalización de las tareas laborales, pero, sobre todo, abandonar el concepto multitarea, enfocando los esfuerzos de manera individual a cada una de ellas y saltando de una a otra solo tras su conclusión o resolución positiva. Esto es una cuestión básica de organización que muchas veces se pierde de vista en el fragor del trabajo.
Protegerse del mail y del móvil: En unión a lo anterior, la organización resulta fundamental para un trabajo productivo y esto alcanza también a la gestión del mail, móvil redes sociales…deben existir periodos de tiempo de concentración ajenos a la consulta de estos elementos que, para un mejor desempeño general, debieran ser consultados en espacios de tiempo predeterminados y no de manera aleatoria y cada poco tiempo.
Organizar mejor la jornada: La organización de los horarios es básica. Este decálogo nos pone como ejemplo la diferencia generalizada entre nuestro país y otros entornos como EEUU o la UE, donde los horarios de inicio de trabajo comienzan a las ocho de la mañana con un periodo para el almuerzo de media hora, mientras que en nuestro caso con una hora de inicio más tardía, el periodo para la comida suele alargarse sobre dos hora generando una gran descompensación entre las cargar de trabajo por la mañana y la tarde.
Reunirse con efectividad: Apostar por reuniones más cortas y selectivas, a las que acuden aquellas personas estrictamente involucradas con la temática de la reunión. Celebrarse a la mañana o a primera hora de la tarde y siempre con hora de inicio, hora de finalización y orden del día claro preparado de antemano y conocido por los participantes.