Hace pocos días, fuimos testigos de un nuevo aplazamiento de la obligación de presentar los libros registro de IVA para las compañías españolas. La Declaración informativa de operaciones incluidas en los libros de registro (el Modelo 340), cuya presentación iba a ser obligatoria para todas las empresas a partir de 2009, ya se retrasó en su momento al año 2012, para las compañías no inscritas en el Registro de Devolución Mensual de IVA o IGIC. La misma, ahora, se verá aplazada otros dos años más, hasta el 2014, de aprobarse el R.D. en proyecto anunciado por la AEAT.
La reacción del mercado ha sido de alivio y algunos medios incluso han calificado este anuncio como ‘un respiro para las empresas y para la Administración’. Sin embargo, no debemos olvidar el impacto negativo que el aplazamiento de esta y otras iniciativas similares podría tener para el mercado español, a medio y largo plazo, dada su influencia en la productividad y competitividad empresariales que tanta falta nos hace mejorar hoy.
Reducir el fraude, mejorar la liquidez
El modelo 340 representa un esfuerzo importante para prevenir el fraude, facilitando el que la AEAT lleve a cabo el cruce de datos y la detección de cualquier anomalía. Pero además, el nuevo modelo 340 de declaración del IVA también pretende dotarlas de una mayor liquidez, pudiendo recuperar el IVA deducible (en los casos en los que la declaración haya resultado negativa) de forma más inmediata y no hasta un año y medio después.
Parece que los objetivos de esta normativa son acordes a las necesidades del momento. Entonces, ¿por qué aplazar de nuevo su entrada en vigor?
Las compañías de cualquier tamaño, debidamente informatizadas y con sus sistemas de gestión al día, podrán tributar por el modelo 340 con un sólo click del ratón. A día de hoy, muchas empresas ya están presentando voluntariamente el modelo 340, como las inscritas en el REDEME o Registro para la Devolución Mensual del IVA/IGIC.
Tributar por la nueva norma, eso sí, supondrá un serio inconveniente y una carga administrativa para todas aquellas organizaciones cuyos procesos de gestión no están adecuadamente informatizados, cuyas contabilidades se gestionan de forma manual o con hojas de cálculo, y con retraso. La norma 340 también implicará dificultades para las asesorías fiscales que todavía aplican métodos rudimentarios a sus procesos y que podrían verse desbordadas, si tienen que llevar a cabo la declaración manual para todos sus clientes.
De este modo, con el modelo 340, todas estas organizaciones tendrían que modernizar sus sistemas de gestión y esta ha sido una de las principales razones esgrimidas para aplazar de nuevo su entrada en vigor de manera general.
Sin entrar en la polémica de lo ‘justa o injusta’ que sea esta decisión, resulta que de nuevo, hemos adaptado la marcha de todos al ritmo del más lento. Y, lo peor de todo, es que lo hemos hecho, aún a sabiendas de que la modernización y la productividad que se habrían visto impulsadas en las compañías con esta nueva normativa, son la clave de nuestro futuro.
Es verdad que las empresas más pioneras ya pueden adscribirse voluntariamente al REDEME y beneficiarse del modelo 340, con la condición de presentar mensualmente las autoliquidaciones de IVA o IGIC. Sin embargo, la experiencia indica que un importantísimo colectivo de organizaciones, sobre todo PYMEs, no abordará la informatización que se exige por muy beneficiosa que sea la misma, si no es por obligación y esto hará que el impulso modernizador de la norma 340 quede diluido.
Por lo demás, no nos queda otra que esperar al año 2014 y cruzar los dedos, porque en cuestiones como es la modernización empresarial, la pregunta clave ya no es si podemos abordarla hoy, sino si realmente podemos dejarla para mañana.
Ignacio Pomar Gomá, Director General de DATISA. Más información en el blog de Datisa.