Se considera, en nuestro país, al miedo al fracaso como una de las principales trabas que los emprendedores ven cara a un nuevo proyecto de empresa. Sin embargo, vemos que en otras culturas empresariales más avanzadas que la nuestra en lo que a emprendimiento se refiere, el crecimiento de las pymes no sólo es superior cuando se trata de empresas nuevas, sino también cuando se trata de empresas y empresarios que han pasado por un fracaso. La duda entonces es clara para nosotros ¿realmente es posible revivir un negocio después de un gran fracaso?
Desde luego estos años de crisis han servido para poner a prueba no sólo la resistencia de las pymes que han sobrevivido, sino también, la de los empresarios que han tenido que recomenzar tras un fracaso o incluso varios. La cuestión para todos, aunque aún no se puede hablar de recuperación, es básica, cómo salir de una situación de fracaso y redirigir un proyecto de empresa en el buen camino.
Te mostramos cómo crear tu plan de negocio en diez pasos dentro de este post
Lo primero lógicamente tiene que ver con el aprendizaje del fracaso. Aunque no se debe exaltar el valor del aprendizaje del fracaso (algo que ocurre comúnmente) resulta cierto que en general podemos extraer al menos tantas buenas conclusiones de un fracaso como de un buen desarrollo del negocio, lo que ocurre es que son más difíciles de detectar en un caso que en otro.
Se puede utilizar un buen símil, sobre todo tras este periodo de crisis que ha dejado a tantas empresas al borde de la quiebra (cuando no las ha quebrado directamente) con una tormenta que ha azotado un mar por el que ha atravesado un velero. Claro que cabe la posibilidad de un barco hundido, pero generalmente, su capacidad de flotación es incluso mayor de lo que los propios tripulantes llegan a pensar ( otra cosa será que nos invada el pánico y abandonemos el barco)
Este símil náutico nos sirve para afirmar que cuando un empresario se empeña en reajustar al máximo su negocio mirando al futuro con optimismo a pesar de los malos momentos, realmente está apostando por buscar un puerto en el que establecer el barco y reparar los daños, es decir, minimizar el impacto del fracaso al máximo sobre la empresa adoptando las políticas que sean necesarias para tal efecto, dejando incluso su vida al mínimo, pero llegar a un punto en el que podamos permitirnos plantear si el muerto está muy vivo o el vivo ya está muerto.
Desde el principio de nuevo
Se hace necesaria la reflexión, pero debe ser una reflexión serena, la incorporación de las prácticas de meditación dentro de muchos los equipos directivos empresariales por todo el mundo no es ninguna casualidad. Realmente la toma de decisiones, y mucho más cuando éstas afectan al futuro de una empresa, no debe realizarse nunca bajo la influencia de los estados de ánimo sean cuales sean éstos.
También en esta fase es muy conveniente realizar un buen chequeo de las sensaciones del resto de la tripulación, es decir del resto del equipo incluyendo no sólo a posibles directivo sino realmente a todo el personal implicado en lo que pueda llegar a ocurrir con el proyecto empresarial.
Es básico en este punto identificar los activos y pasivos, valorar desde el punto de vista los recursos humanos cuál es el compromiso que sigue existiendo o si éste se ha perdido, y detectar, esto es muy importante, realmente que habilidades y capacidades que aporta cada miembro del equipo para una reconstrucción del proyecto.
De lo humano al producto
Hemos comprobado en el punto anterior como haremos lo que tenemos que hacer, esto es básico, si resulta necesario acortar la empresa para que ésta sea viable se acortará, si debemos incluso cuestionarnos nuestro papel al frente o integrados en la misma lo haremos, el análisis del fracaso debe ser puro, real, pero también el análisis de lo que nos queda tiene que ser igual de realista.
Así que en una segunda fase entraremos a la revisión de nuestros servicios o productos. Valoraremos lo que hacemos como empresa, si realmente estamos adecuados al tiempo y a la demanda, si el modelo de negocio que se ha visto damnificado puede ser capaz de crecer o si consideramos que se ha convertido en un lastre.
A estas alturas ya debiéramos tener claro que de los tres elementos básicos para impulsar cualquier negocio; personas, dinero e ideas, las ideas y las personas son las correctas. sin este convencimiento va a ser muy difícil volver a arrancar el motor del negocio.
Generalmente en esta fase se valoran también cuestiones como los procesos de producción, la gestión comercial, en definitiva todo lo que tenga que ver con el resultado final de la empresa, analizando donde se encuentran los fallos y cuáles son las posibles soluciones. Por supuesto, aquí, se incluye algo básico los gastos generales, lo más probable es que a estas alturas queden pocos gastos por recortar, sin embargo incluso así, se debiera volver a realizar un análisis profundo de gastos e ingresos, e incluso plantear una nueva redacción de un plan de negocio acorde a la nueva realidad.
No eres nuevo eres veterano
Tratar de recomenzar no es comenzar. Esta es una máxima que debe imperar todas nuestras acciones cuando tratamos de recuperar nuestros un fracaso, se nos supone capaces de haber asumido los errores y también los aciertos, y por tanto, se nos supone también con una experiencia válida para mejorar el punto de arranque de este nuevo proceso en nuestra empresa.
Todas las herramientas que utilicemos serán validas. Es muy importante tener en cuenta como las uvas tecnologías de la comunicación pueden ayudarnos y mejorar en mucho cuestiones que dábamos por resueltas o adjudicadas a otros sistemas o modelos, ahora es el momento adecuado para incorporar elementos novedosos y prácticos.
Por último, y probablemente esto es lo más difícil, hay un momento, no siempre el mismo ya que depende mucho de las personas, en el que todo líder que ha pasado o está pasando por un fracaso debe realizarse una pregunta, si se siente capacitado para dirigir un nuevo intento de la empresa o un nuevo renacer de la misma. Hay que ser objetivo, es básico realmente adjudicarse las virtudes o los defectos que han llevado a la empresa hasta este punto y valorar si se es capaz de gestionar lo que se viene encima. Aquí se corre el riesgo de la llamada mentalidad de héroe en la que nos empeñamos en luchar solos contra ,el mundo cuando, tal vez, nuestras capacidades esten mejor encaminadas en otro espacio o incluso en otro proyecto.