No hace mucho, tan sólo un par de meses, entre comillas no sentíamos razonablemente optimistas cuando entré otros movimientos (por ejemplo el decidido paso del ICO en su apuesta por la financiación pyme para la internacionalización) con las iniciativas a nivel europeo orientadas Aa la mejora del acceso a la financiación para las pymes.
Sin embargo, va transcurriendo el tiempo, se van celebrando encuentros de alto nivel en los que el tema aparece, pero, las concreciones de momento brillan por su ausencia.
Fue hace dos meses tras la reunión del Ecofin, cuando se comenzó a plantear el debate sobre las diferentes opciones posibles para dar salida a los 100.000 millones de euros que el banco europeo de inversiones se supone movilizará en busca de esa mejora del acceso al crédito; sin embargo tras el cierre de la reunión, y en una de esas decisiones de perogrullo con las que a veces nos regalan las autoridades europeas, la única decisión, la en la reunión es la de volver a reunirse; en este caso en una fecha indeterminada entre los meses de septiembre y octubre.
Obviamente los niveles de preocupación ante el estrangulamiento crediticio de las pequeñas y medianas empresas, no son iguales para los 27, en el caso de nuestro país es evidente que la necesidad de desatascar el grifo de la financiación es no ya para mañana, si no, como vulgarmente se dice, para ayer, y sin embargo son los plazos citados anteriormente los que rigen esta supuesta mejora a medio plazo de las posibilidades de financiación.
¿Dónde se encuentra el debate? Pues precisamente en los modelos de aplicación a través del BEI. En el caso de nuestro país, el gobierno defiende la creación de un instrumento conjunto mediante el cual se pueda titularizar tanto préstamos nuevos como viejos del conjunto de países, algo que va a chocar (y de hecho lo hace) con las posturas más cerradas de los países a la cabeza de la economía europea.
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