En esta nota vamos a desarrollar la relación de la Cumbre que ensalza el papel de las pymes en iberoamericana.
Si la pasada década fue la del desembarco de las grandes empresas españolas en América Latina, la actual intenta ser la de la llegada de las pequeñas y medianas. Las pymes, casi ignoradas durante años por los sucesivos Gobiernos, se convierten ahora en la tabla de salvación para una crisis que ya dura cinco años y que no tiene visos de acabar pronto. La Cumbre de Cádiz se volcó en ensalzar el papel que estas empresas pueden tener en la nueva relación iberoamericana tras una era en la que los intercambios pasaban solo por las grandes firmas.
El objetivo lo definió en cierto modo el mexicano secretario general de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el club de los países desarrollados y establecio que en Italia sobre todo en la región norte, tienen un entramado de pymes que tienen las siguientes ventajas: están estrechamente vinculadas a las cadenas de producción, innovan constantemente, están internacionalizadas, y trabajan mucho el tema de la reputación y la imagen de marca.
Las pymes españolas van rezagadas en el tema de la expansión a otros mercados y las latinoamericanas a años luz de tener estas ventajas competitivas. Ademas, juntas las pymes de ambos lados del Atlántico tienen más posibilidades de alcanzar esas metas más rápidamente.
El 99% de las empresas latinoamericanas son pymes y dan empleo a dos de cada tres personas. Sin embargo, como señalo la secretaria general de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), las pymes solo aportan el 20% del PIB regional. De las más de 110.000 pymes latinoamericanas que exportan (un 10% del total), apenas una veintena son las responsables del 40% de todas esas ventas externas.
En América Latina, las pymes están desconectadas de los sistemas productivos, del talento universitario y de los mercados; apenas innovan y tienen una bajísima productividad. El Gobierno de Mariano Rajoy cree que las pymes españolas son los socios ideales para dar un vuelco a esta situación. En España hay más de tres millones de estas empresas, casi el 80% están en el sector servicios, y en torno a una de cada cuatro tiene proyectos de internacionalización.
La declaración final de la cumbre tiene como testigo de este impulso a las firmas de este tipo con los siguientes compromisos de los Gobiernos iberoamericanos donde se proveen la creación y el desarrollo de las pymes, mejorar el acceso al crédito, apoyar las empresas mixtas, reducir la burocracia y promover las pequeñas empresas para mujeres, jóvenes y comunidades como la indígena o la afrodescendiente.
Bárcena concluyo que para vencer la desigualdad, no solo hay que cambiar las políticas sociales, aunque se haya sacado a 50 millones de personas de la pobreza, sino que hay que cambiar la productividad de las pymes, que son los jugadores estratégicos y pueden ser los grandes estructuradores del cambio. América Latina nunca fue la región más pobre del mundo, pero sigue siendo la más desigual entre ricos y pobres.
Las pymes solas o asociadas a una empresa local no lo tienen nada fácil para instalarse o comerciar en América Latina. Para empezar hay muchas trabas burocráticas, grandes problemas fiscales y, sobre todo, escasa financiación. En Europa apenas se consigue dinero y en América Latina obtener crédito es difícil y caro. Las pymes que encabezan la expansión hacia América Latina en estos momentos son solo las que disponen de recursos propios. Aparte de esto, la región tiene un enorme déficit en infraestructuras y aun hay desconfianza respecto a la seguridad jurídica.