Con la llegada del periodo de tributación parece aumenta la percepción de la importancia de una fiscalidad saneada en la pyme. Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas no siempre tienen claro si resulta más conveniente ajustarse a un departamento propio o externalizar los servicios de asesoría fiscal.
Las ventajas e inconvenientes de un departamento propio
Las ventajas de poseer un departamento propio dentro de la empresa que gestione todos los aspectos de la tributación y fiscalidad tienen que ver con el conocimiento más profundo de un departamento propio sobre la propia empresa.
Otra ventaja a considerar es que estos departamentos pueden conectar de manera inmediata con el resto de departamentos de la compañía, no sólo a través de intervenciones puntuales, sino en el día a día, conectando directamente, por ejemplo, con el departamento de tesorería.
Como principal inconveniente de un departamento propio, encontramos sin duda la necesidad de un elevado nivel de profesionalización y conocimiento de la fiscalidad y la tributación. Esto, lleva a la necesidad de perfiles muy concretos, que tal vez no tengan la posibilidad de duplicar sus servicios dentro de la propia empresa, algo a lo que se tiene muy habitualmente.
Por supuesto, lo anterior se traduce en asumir los costes de un departamento propio dedicado la fiscalidad y tributación y sentado dentro del departamento económico de la pyme. Los costes que esto puede suponer, no son asumibles por muchas de las pequeñas y medianas empresas de nuestro país que no se puede permitir contratar de manera constante y fija este tipo de perfiles dentro de la propia empresa.
Las ventajas e inconvenientes de externalizar los servicios
En los últimos años ha crecido de manera exponencial la contratación de asesoría fiscal externa para pequeñas y medianas empresas. Esto tiene que ver tanto con un aumento notable de la oferta como con la cada vez mayor profesionalización de los perfiles de asesores fiscales externos que, ofrecen servicios integrales a precios asequibles en líneas generales.
Una de las ventajas obvias es que la empresa no tiene la presión constante de atender a las labores propias de la gestión y tramitación fiscal, ya que, la asesoría (y en su defecto la combinación de asesoría con gestoría) indica los procesos a seguir.
Por otro lado, la figura del asesor fiscal, no se limita a los trámites burocráticos o papeleos, de los que puede encargarse una gestoría, sino que va más allá buscando optimizar las políticas fiscales y de tributación de las pymes, algo para lo que la propia empresa no siempre tiene la mejor perspectiva.
Como principal inconveniente puede hallarse el coste que, dependiendo del tipo de servicios requeridos, puede ser elevado Por otro. Por otro lado, aunque las los servicios de asesoría y gestoría fiscal generalmente llevan aparejados estudios profundos de la compañía, a medida que reducimos los precios que abonamos, estos servicios van limitándose, y no siempre alcanzan la profundidad suficiente para ser fiscalmente rentables, desde el punto de vista de la optimización.
En definitiva, cada empresa debe valorar su situación y que le conviene más tanto desde el punto de vista la optimización fiscal, como desde el punto de vista económico. Ambas opciones son legítimas, pero, también en ambas opciones debemos procurar contar con los mejores recursos humanos.