El precio de la vida sube, ¿Lo hace el de tus productos?

La relación entre el aumento del precio de los productos o servicios y el aumento de los precios al consumo entre otros indicadores es evidente. Las pequeñas y medianas empresas se ven obligadas en buena medida a una revisión de precios que incluso pueden ir más allá de lo que la inflación parezca recomendar.

Lo anterior choca de plano con un concepto bastante extendido en el que se asocia la evolución de los precios, habitualmente realizada de manera directamente relacionada con el aumento del coste de la vida, con una imagen poco positiva.

El precio de la vida sube, ¿Lo hace el de tus productos?

Lo anterior no resulta baladí. Debemos tener en cuenta que la política de revisión de precios retrasada en el tiempo en espera del equilibrio de las cuentas generales de los mercados, puede resultar bien si la evolución es acorde a lo esperado, pero, también puede convertirse en un estancamiento de precios que a la hora de una revisión futura generen más impacto directo en el consumidor que las revisiones periódicas.

Los diversos índices con los que vamos a poder medir la inflación, como el índice de precios mayorista o el índice de precios al productor, en el caso de las empresas y al margen de la atención debida al IPC como factor clave,  deben también formar parte de los elementos de juicio la decisión del aumento del precio de nuestros productos.

Suben nuestros costes bajan los ingresos

Es evidente que al margen de cuestiones estratégicas como márgenes de beneficio y maniobrabilidad de los mismos, etc., el hecho del aumento generalizado de los precios va a repercutir de manera directa en una subida generalizada de nuestros costes.

Resulta complejo pensar en un aumento del coste de la vida generalizado en el que podamos mantener y congelar el precio de nuestros productos, es una opción obviamente, pero debe ser meditada y enmarcada en un contexto más largo que la evolución del IPC  a un año.

Publicidad