El estrés postvacacional en la pyme

Una gran mayoría de los empleados trabajan todo el año con la mente puesta en esos cerca de 30 días de ocio: sus vacaciones. Por eso una vez se termina este periodo y tienen que volver a la dura realidad sufren del llamado estrés postvacacional. Aunque a muchos les pueda parecer una broma no es baladí, sino un trastorno psicológico que afecta a uno de cada tres trabajadores en mayor o menor  medida.

Los síntomas pasan por apatía en el puesto por apatía en el puesto laboral y serias dificultades para concentrarse. Mal humor, tristeza e irritabilidad son algunas otras pistas de que algo no va bien. Pero si esta situación persiste durante más de una semana ya podremos hablar de un serio trastorno más allá del típico estrés postvacacional y más difícil de superar. Y en este caso concreto, el dicho popular de ‘más vale prevenir que curar’ es más válido que nunca.

Entonces, ¿qué hacer para evitar sufrir estrés postvacacional? En primer lugar, llevar a cabo una buena planificación de sus vacaciones, empezando por no agotarlas todas en verano. Por una parte se evitan largos periodos vacaciones fuera del trabajo y de los que es más difícil recuperarse y por otra (y más importante) siempre es más fácil afrontar la vuelta sabiendo que todavía restan días de descanso por disfrutar. Del mismo modo, también es recomendable regresar con un colchón de días para poder aclimatarse y, sobre todo, mentalizarse para volver a la ‘acción’.

Pero para quienes estos simples trucos resulten insuficientes existen otras ‘argucias’ para confundir a la mente. Uno de ellos no regresar plenamente a la rutina diaria, sino planificar otras actividades de ocio, por ejemplo el fin de semana, que hagan la vuelta más llevadera. En este sentido, tampoco es recomendable empezar a pleno rendimiento. Es mejor ir poco a poco retomando el ritmo, siempre, claro está, sin pasarse.

Pero sobre todo, el mejor consejo, también el más obvio, es no regresar a la actividad el lunes. Una semana entera por delante puede y suele ser un escollo demasiado duro incluso para las mentes más animosas.

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