No por esperada dejó de ser impactante la quiebra de Kodak. No en vano estamos hablando de la que en sus buenos tiempos fue una de las grandes dominadoras del mercado de la fotografía. Pero como desde Gestionpyme nos gusta ser positivos, vamos a ver qué se puede aprender de esta caída, ya que habitualmente toda historia de éxito y fracaso tienen un componente educacional.
En este caso lo primero que podemos aprender es que el viejo dicho de «demasiado grande para caer» no tiene mucho sentido trasladado al mundo empresarial. Evidentemente Kodak no es ni el primero ni será el último líder de su sector en quebrar, pero esto no deja de ser ilustrativo sobre como hasta los más grandes y mejor posicionados pueden perder su supremacía si no saben conectar con el mercado y actualizarse.
Esto nos lleva de pleno al segundo punto, que no es otro que la necesidad de actualizarse y saber responder a los cambios en el mercado. Kodak fue en su momento el paradigma de la innovación, pero poco a poco fue dejando de lado ese carácter innovador para adquirir una posición algo más inmovilista, coincidiendo además con su etapa de mayor apogeo. De ahí por ejemplo que tardase en reaccionar a la llegada de la fotografía digital, además de no dar con llave en su acercamiento a ella cuando ya era una realidad innegable que en lo digital estaba el futuro.
Muchos achacarán ahora a la falta de innovación la caída de Kodak cuando esta por sí sola no puede explicar como se pasa de ser una de las diez empresas más grandes de Estados Unidos a registrar seis años consecutivos de pérdidas y terminar solicitando la bancarrota. En este sentido, un tercer elemento que podemos aprender de Kodak y que ahora es relativamente más fácil atender gracias a las redes sociales es la necesidad de escuchar y entender a nuestros usuarios. Esta es precisamente la teoría que eximen desde Teleread paa la que la bancarrota se debe a que Kodak no supo entender qué había realmente detrás de la nueva era de los medios digitales.
De esta forma, el problema de Kodak no fue tanto tardar en adoptar la tecnología digital, sino haber sido incapaz de entender el cambio en la mentalidad del usuario que llegó aparejado a este fenómeno. Antiguamente sacábamos una fotografía para recordar un momento especial y lo que queríamos era revelarla y guardarla, algo normal si tenemos en cuenta el dinero y tiempo necesario para relevar un carrete. Las nuevas cámaras permitían sacar fotos para poder verlas al instante y gracias a los nuevos soportes digitales como Facebook, Flickr y el resto de redes sociales ya ni siquiera es necesario relevalarlas para poder mostrárselas a nuestros amigos.
Kodak no supo ver ese cambio de mentalidad, no acertó con su planteamiento en la era digital, siguió pensando que los usuarios querían sus fotografías en papel y se centro en la creación de impresoras para cámaras y productos similares. El resultado es el que todos ya conocemos. Por eso es importante revisar constantemente lo que está pensando el usuario, algo que las redes sociales facilitan.
Si a esto añadimos algunos toques de arrogancia o exceso de seguridad por parte de la gerencia de la compañía que le llevaron a no querer reconocer a FujiFilm -vencedora a la postre- como su rival y a perder un evento como los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles en favor de su rival, que así se pudo dar a conocer al mundo entero.
Al final quizás todo esto se resuma en ser capaz de reinventar el negocio (siempre dentro de unos límites razonable, tampoco es cuestión de estar dando constantes bandazos), algo que cuanto más grande, más suele cortar hacer. Alguna ventaja tenía que tener ser pequeño.
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