Uno de los mayores quebraderos de cabeza para cualquier pyme no pasa por vender, sino por asegurarse el cobro de sus honorarios. En un entorno internacional donde cada vez es más común hacer negocios con compañías sobre las que muchas veces las referencias no son todas las que uno quisiera, se hace necesario contar con mecanismos para cubrirse en caso de que no todo salga como estaba previsto. Esta es una de las principales finalidades de los seguros de crédito.
Aunque hasta 1929 no se introdujo en España a través de la Compañía Española de Seguros de Crédito y Caución, no tardó en extenderse, especialmente entre las grandes corporaciones. Este servicio busca, precisamente, proteger al empresario frente al riesgo de impago y ofrecerle garantías en sus operaciones comerciales. De esta forma, la pyme se cubre las espaldas y puede, hasta cierto punto, seguir haciendo negocios independientemente de la solvencia de sus clientes.
Aunque en muchos casos pueda verse como un gasto, hay que considerar su utilidad como elemento de prevención. Además, el precio no siempre tiene por qué ser muy elevado, ya que la prima que paga la empresa depende de su volumen de negocio y el riesgo de crédito para su cartera de clientes, en definitiva, de con quién hace negocios. En este sentido, el análisis que la aseguradora hace de los clientes, tanto de si actividad económica como de su estado financiero, es el mejor baremo para saber hasta qué punto es fiable la empresa con la que comerciamos.
Por otra parte, los seguros de riesgo se adaptan perfectamente a las necesidades de cada cliente de la pyme. Así, pueden ser a corto plazo, con un vencimiento de 60 a 120 días, o más amplios en el tiempo, hasta incluso cinco años. Por lo demás, y como con cualquier otro seguro, las pólizas se pueden renovar anualmente e incluso modificar la cobertura en caso de un cambio en la situación del cliente. Existen, incluso, pólizas específicamente creadas para adaptarse a las necesidades de las pyme, para quienes se trata de una herramienta más que útil, especialmente en el caso de las exportaciones, cuando más difícil es saber con quién se está tratando.
Pese a todo, y como suele ser habitual, los pequeños y medianos empresarios no terminan de ver la rentabilidad de estos sistemas y fruto de ello es que sólo el 5 por ciento de las compañías con una facturación inferior a cuatro millones de euros hacen uso de los seguros de crédito, en tanto que esta cifra apenas sube hasta el 15 por ciento para quienes ingresan más de esos cuatro millones.