La supervivencia es una cuestión de tamaño en muchos órdenes de la vida y también en el empresarial, o al menos cuando vienen mal dadas estas situaciones. Los diversos expertos coinciden en destacar la fragilidad del entramado empresarial español, en el que las pymes tienen un mayor peso que en otros países desarrollados del entorno.
En las Pymes su pequeña dimensión las hace más vulnerables a la hora de aguantar los zarandeos de la crisis ya que apenas pueden competir en los mercados internacionales, se encuentran desvalidas frente a un complejo ordenamiento jurídico, y además registran el mayor índice de fraude fiscal.
La radiografía de la empresa en España desvela que son una extraordinaria importancia de las pequeñas y medianas compañías y sobre todo de las pequeñas. Las pymes (aquellas con un máximo de 249 empleados) suponen un 99,9% de las empresas existentes en España, según el Ministerio de Industria, Energía y Turismo correspondientes a 1 de enero de 2012 donde ahi el porcentaje es muy similar al de la media de la Union Europea (99,8). Pero la diferencia aumenta cuando se trata de autónomos o de compañías con 9 empleados como máximo (95,2% en España, y 92,1% en Europa) y es ahi cuando se convierte en brecha respecto a algunos de los países más avanzados del continente y de Estados Unidos.
Las compañías que tienen 6 o menos trabajadores lo tienen mucho más difícil que las grandes sostiene Anna Laborda, profesora titular del departamento de Economía de Esade, y autora del informe Supervivencia empresarial en época de crisis. El estudio muestra la tasa de supervivencia de las empresas españolas desde 2008 hasta el 1 de enero de 2012. Las compañías que siguen en pie a su alrededor desaparecen o se crean otras nuevas y el porcentaje en esos años se muestra casi inalterable, en torno a un 80%.
Los Datos más recuentes, como los aportados esta semana por el Directorio Central de Empresas (DIRCE), revelan que el número de empresas activas disminuyó un 1,6% durante 2012 y esto se trata del cuarto año consecutivo de caída.
El grueso de las empresas que resisten el temporal corresponden a autónomos (un 52,8%), mientras que las que tienen de 1 a 9 asalariados representan el 42% correspondientemente. Y ademas es lógico estos porcentajes, debido a la amplia base de empresas sin empleados en nuestra estructura económica. Pero tambien cabe destacar que si se muestran los porcentajes de compañías supervivientes para cada estrato, se aprecia cómo el 76% de los autónomos han sobrevivido a estos primeros años de crisis (a fecha de 1 de enero de 2012), mientras sube la proporción cuanto mayor es su tamaño (casi el 95% en el caso de las empresas de 20 o más empleados).
Esos datos muestran que es el colectivo empresarial de los autónomos que reúne casi por completo los flujos dinámicos de altas y bajas empresariales. Ademas se da una paradoja donde establecen que las pequeñas empresas muestran un buen dinamismo, pero al mismo tiempo su tamaño es un punto frágil del sistema.
El informe refleja cómo en los primeros años de la crisis se produce una especie de intercambio entre empresas de 1 a 5 asalariados hacia las que no tienen ninguno que son los autónomos. Esta es una forma de supervivencia muy extendida que se produce una disolución de las pymes de menos tamaño, para luego renacen en forma de autónomo, que posteriormente reparte trabajo a una cuadrilla o un grupo de otros autónomos.
Es importante mencionar que el Entramado jurídico advierte de que en tiempos turbulentos como los actuales, las compañías de mayor tamaño se apoyan en el mercado exterior, terreno vedado a la mayor parte de las pymes.
El panorama ofrece un núcleo reducido de grandes empresas que consigue mantener su cuota de mercado en el extranjero contra viento y marea, mientras el resto de las empresas, las que participan de la economía nacional, están extenuadas, al borde del abismo.
Ademas existe otra barrera que se interpone en el camino de las pymes españolas: el complejo ordenamiento jurídico español, que sólo son capaces de salvar las empresas de cierta envergadura y las demás no tienen más remedio en muchos casos que obviar la legislación que regula los convenios colectivos, los despidos, las licencias, entre otras cosas.