Si en los años 20 el sombrero era habitual en los hombres y las fladas obligación para la mujer, hoy en día no existe un único código de vestimenta sino más bien una amalgama de ellos, fruto de una moda cambiante y diversificada. Aunque todo el mundo tiene su propio estilo a la hora de vestir, la mayoría de personas entiende que existen diferencias entre acudir a trabajar a la oficina, quedar a tomar algo con unos amigos o ir a una cena de empresa. Sin embargo, aún sabiéndolo, nos podemos encontrar con curiosas sorpresas.
Camisetas llamativas, pantalones cortes, pantalones demasiado pegados, dobladillos que van ‘hasta el infinito y más alláa’… La lista no tiene fin. Lógicamente no todo el mundo se siente igual de cómodo ante estos pases de moda. Si ese es el caso un código de vestimenta es la solución. Muchos emprendedores se niegan a incorporarlo por sentir que pueden estar cohartando las libertad de los empleados. Nada más lejos de la realidad, el truco está una adecuada gestión del mismo y en establecer un código que realmente funcione. Estas son cinco formas de lograrlo.
- Busca el estilo de tu empresa: todos los empresarios saben la imagen que quieren que proyecte su compañía. Sólo es cuestión de adaptarla al modo de vestir de los empleados. Si quieres parecer dinámico, joven y creativo, lo último que necesitas son empelados enfundados en traje o camisa, algo que, sin embargo, será necesario para transmitir seriedad y expertise en sectores como banca o seguros. Si la forma de vestir de los empleados no está en línea con la de la empresa no hay nada malo en incitar al cambio.
- No olvides la legislación: aunque despacio, las leyes laborales cambian. Comprueba antes de nada qué puedes exigir y qué no. Una cosa que debes tener clara es que no puedes crear un código de vestir sexista. Así, deberás hablar de que la ropa interior no sea visible en lugar de referirte a «las tiras del sujetador». Sobre todo, trata de que no sea ofensivo en ningún aspecto.
- Sirve de ejemplo: algo lógico. Si queremos que los empleados no lleven pantalones baqueros, debes ser el primero en adaptarse al nuevo requisito.
- Un mínimo de corrección: el punto más delicado será encontrar el punto de corrección en la vestimenta. No todo el mundo tiene el mismo concepto de térmimos como «business casual» o de lo que es apropiado vestir en el trabajo. Siempre puede haber gente que no termine de entender los términos generales y a los que habrá que ‘ilustrar’ personalmente. Cuando llegue el caso, siempre es mejor hacerlo con respeto y con algún ejemplo concreto.
- Crea una política capaz de evolucionar con la moda: puede sonar extraño e incluso contradictorio, pero la mejor forma de que un código de vestimenta funciones es que sea abierto y permita a los empleados buscar su estilo dentro del mismo. Además, la propia imagen de la empresa también evoluciona y por eso es necesario revisar, por lo menos una vez al año si esta todavía encaja con el código de vestimenta.
Por último, será necesario trasladar el código de vestir a los empleados. Hacerlo con humor y no comunicarlo como una imposición será la mejor forma de evitar problemas.
¿Contáis con un código de vestir en vuestra oficina?
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