Las empresas pierden el 80% de las reclamaciones por despido

Si tienes una pyme y quieres ajustar plantilla piénsatelo dos veces y, sobre todo, sigue los pasos al pie de la letra. Si el trabajador decide reclamar por la cuantía cobrada y el tipo de despido, tiene todas las de ganar.

A nadie le gusta perder su trabajo y cuando esto ocurre la mayoría de trabajadores se centrará en conseguir la indemnización más elevada. La mayoría de problemas y reclamaciones suelen girar en torno al dinero que la empresa tiene que pagar al ex empleado por prescindir de sus servicios lo que indirectamente tiene que ver con el tipo de despido aducido por la compañía.

Y es que si se trata un despido improcedente la indemnización será mucho mayor que si el despido es procedente, por poner un ejemplo clásico -los despidos disciplinarios siguen siendo un rara avis- a día de hoy. Por eso, muchos trabajadores recurren a la justicia para reclalmar el tipo de despido al que le ha sometido y en la mayoría de los casos ésta les da la razón.

Y es que uno de cada ocho contenciosos laborales referidos al despido se saldan en favor del trabajador. En la mayoría de casos los jueces tienden a ponerse del lago del empleado al entender que la empresa simplemente se limitó a aplicar el tipo de despido más beneficioso para sus intereses o que no justificó de manera clara los motivos para prescindir del trabajador.

Esto se explica en cierta forma por la dejadez de las empresas a la hora de hacer cumplir un régimen interno, donde son pocas las que entregan las preceptivas amonestaciones leves o graves y sólo actúan en los casos de cuestiones muy graves. De esta forma se van acumulando pequeñas cosas que la final llevan al despido, pero como se han ido pasando por alto es muy complicado justificarlas ante el juez.

Lo que subyace en la mayoría de los casos una mezcla entre dejadez y desconocimiento. Por un lado todavía hay pymes que desconocen los tipos de despido que existen en el mercado y por otro, muchas compañías no siguen los trámites pertinentes para después justificar los despidos.

El mejor ejemplo es la comunicación oficial de falta y amonestaciones leves. Este tipo de toques de atención suelen quedarse en eso y la forma de transmitirlos más habitual es en una reunión viva voz. En estos casos, lo idóneo es hacer una comunación escrita al trabajador por si después hiciese falta demostrar que efectivamente han existido problemas de producción, comportamiento o de cualquier otra índole. Si sólo se comunican las amonestaciones graves -y muchos ni siquiera lo hace-, después resultará muy difícil defender la postura de la empresa.

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Imagen – ArtFamily en Shutterstock

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