Resaltan a simple vista, la serie de dificultades por las que pasa las cuentas de la Seguridad Social a medio o largo plazo. Sobre todo al ver que el colectivo de jubilados, son más los que entran que los que salen, y los recién llegados cobran más que los que ya están en el sistema.
Por lo que durante el último año, aquellos que se han retirado de sus trabajos y han comenzado a percibir una pensión lograron una renta media de 1.107€ mensuales, esto ha sido 300€ más que los pensionistas que fallecieron en este año, los que percibían 807€ mensuales de media.
En el pasado ejercicio se llegaron a dar de alta como pensionistas unos 271.586 nuevos jubilados –teniendo rentas mileuristas- a la vez que el número de beneficiarios que causaron baja llegó a fue 40.000 menos, esto es significó un 35% menos en sus ingresos.
Cómo se espera, esta situación, no mejorará sino que irá para peor, basándose en que la evolución se acelerará durante la próxima década de los años veinte, y como señalan en dicha época les tocará a quienes han nacido en la etapa del baby-boom.
Lo que generará un gravísimo problema demográfico en cuanto a la cantidad de ancianos, en detrimento en la reducción en la cantidad de cotizantes que deberán pagar sus pensiones. Por lo que se prevé que de los 8,6 millones de pensionistas que existen hoy día –unos 5 millones por jubilación- se pasará a 12,5 millones en 2030.
Según el gabinete técnico de Comisiones Obreras, la situación de las cuentas de la Seguridad Social se encontraría en déficit -hoy con un superávit de 8.000 millones de euros- para el 2022.
A todo esto, dicha previsión en la fecha, es coincidente con la del informe del futuro de las pensiones de Unespa, la patronal de las aseguradoras. Si se da dicha situación, se debería recurrir al Fondo de Reserva, al que se lo suele denominar «hucha de las pensiones» que actualmente tiene 60.000 millones de euros, los que se llegarían a agotar, en 2028.
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